María José Pellejero. Foto: Javier Almalé
MI MIRADA SE PIERDE…
Se pierde en ese horizonte
cercano de tu cuerpo,
acariciando
con mis ojos
hasta la mínima ola de tu sonrisa,
rozando con
la brisa de mi aliento
aquel cercano momento
que vivimos hasta sin prisa.
Mi mirada
se pierde
en la
montaña de tu ombligo
y allí al
abrigo yo me pierdo,
y mientras
tú seas el cuerdo,
mi locura está perdida.
Ni mirada
ni olas pueden detener
lo que ha
desembocado en dulzura
y la sal del mar melaza es ante mis ojos,
pues tan
dulce es mi mirada
como tus
besos.
Quiero mirarme al espejo
y ver mis
labios rojos
magullados
por los tuyos,
por tu
caricia contenida
y por esa
promesa
que me
llevé a la orilla
de ese mar
de maravilla.
Mi mirada
se pierde
y perdida
tú la encuentras
pues se
perdió en tu figura,
en tu
sonrisa y textura,
se prendió
en la orilla de tu boca
y la
comisura me provoca
quedarme
por siempre perdida.
Mi mirada
se pierde,
y que tú la
encuentres
es la meta
que pretendo
búscala donde
el silencio es palabra,
donde el
secreto es la cima
donde los
versos se riman
con la risa
y con promesas.
Allí donde
tu sonrisa
es el
clímax
y los besos
el colofón
los abrazos
la pasión
y las
miradas la misma.
Mi mirada
se pierde…
en ese mar
de tu cuerpo
entre las
olas de tu piel
y la espuma
de tu aliento,
entre tus
dedos perdida
yo me
encuentro,
y en tus
palabras adulada
abrázame y
que me sienta abrazada,
mírame
para
sentirme observada.
Y allí se
perderá mi mirada.
Texto:
María
José Pellejero
Foto:
Javier Almalé
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